EL POLVO DEL MAR
(CUENTO)
Por Joel Herasme Melo.
En la bella playa de Las Salinas en El Batey, donde el mar acaricia las costas con su eterna melodía, un pescador lanzaba sus redes cada día, buscando algo más que peces en las aguas profundas.
Una mañana, al amanecer, su red atrapó un cargamento extraño, pesado y envuelto en plásticos resistentes. Al abrirlo, sus ojos se encontraron con un polvo blanco y fino, que brillaba con promesas de riqueza.
Ignorando su naturaleza, el pescador creyó haber encontrado el camino hacia una vida mejor. Guardó el cargamento en su humilde choza, convencido de que ese polvo sería su salvación. Sin embargo, pronto notó que las sombras en su vida se alargaban. Los extraños comenzaron a rondar su casa, susurros sobre riquezas mal habidas se extendían por El Batey, y la paz que antes reinaba en su hogar se desvaneció.
Los días pasaron y, con ellos, la paranoia se apoderó del pescador. Desconocidos lo vigilaban desde la distancia, y el mar, que siempre había sido su aliado, parecía ahora murmurarle advertencias.
Una noche, bajo la luna llena, hombres armados irrumpieron en su casa, reclamando el polvo como suyo.
El pescador intentó huir, pero las balas lo alcanzaron antes de llegar a la orilla. El mar arrastró su cuerpo, y al amanecer, Las Salinas se llenó de un silencio pesado, como si la tragedia del pescador hubiera sido escrita en las olas.
Desde entonces, en Las Salinas de El Batey, los pescadores cuentan en voz baja la historia del hombre que confundió el polvo del mar con riquezas, y cuya codicia le costó la vida. Y muchos, por temor al mismo destino, no vuelven a recoger lo que el mar escupe.
Aún así, los más osados ilusos, cegados por la codicia, siguen buscando con locura el polvo en el mar, sin saber que allí solo encontrarán su ruina.
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AUTOR: JOEL HERASME MELO Periodista, escritor.
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